son capitulos un poco cortitos pero bueno :3
Muchos creerían
que tener un novio ninfomano es algo genial, un adicto sexual, que te puede
brindar placer a todas horas si es que se lo pides, pues, no es así.
Mientras tomo un baño siento el ardor en mi espalda, debido a sus rasguños.
Siento mis labios hinchados por la manía que tiene de darme besos apasionados.
No es que no me guste, solo me cansa, algunas parejas consideran sano tener relaciones mínimo tres veces por semana, ahora reduzcan eso a tres veces por cada maldito día.
No es monótono ni aburrido, es solo que cualquier insinuación, ni siquiera insinuación, cualquier acción que tenga que ver con contacto afectuoso, le excita.
Me ha hecho hacérselo en el centro comercial, en casa de sus padres, de los míos, en la universidad, en su trabajo, en el mío, en todas partes de la casa, etc.
No sé qué sienta el pero a mí me cansa venirme tantas veces en un día, aunque no todos los días es tanto, pero si, casi todos los días tenemos relaciones, y ni siquiera suave, no , sexo rudo y salvaje.
Salgo de la ducha, me seco y me visto, voy a preparar desayuno. Él está aún durmiendo.
Mientras cocino, oigo pasos y luego su aguda y sutil voz decir
- umn?... hola- dice tallando su ojo derecho con su mano.
Se ve tan angelical, tan tierno y menudo que daría hasta miedo pensar la clase de persona que es.
Lo saludo con un beso en la frente y se me queda mirando.
- qué pasa?- le digo algo confundido
- dame un beso!- me dice haciendo una especie de berrinche.
Se lo doy y automáticamente aquella dulce criatura de hace segundos, se esfuma para dar paso al verdadero chico que es mi novio.
Abre su boca levemente, incitando a que meta mi lengua en su boca.
A mí me gustan los besos, aun mas los suyos.
Meto mi lengua en su tibia cavidad y escucho un jadeo, es tan sensible, creo que por eso disfruta más del sexo que yo.
Me toma del cuello y yo de la cintura, cubierta por mi camisa ancha con la que duerme. (//NA: cliché? Donde donde? 7u7 //).
Siento que empieza a temblar un poco en mis manos.
Se separa jadeando y me mira con ojos que ya conozco muy bien.
Suspiro un poco, fue mi culpa, lo admito, así que debo remediar lo que hice.
Lo volteo y lo empujo a la mesa de desayuno, levanto su cadera y muevo su ropa interior.
Ya tengo aprendida esa parte, no le gusta que lo prepare, o lubrique, o nada, supongo que le gusta más así. Qué se yo, yo solo me encargo de satisfacerlo y amarlo.
Saco mi pene aunque noto que no está erecto, así que comienzo a rosarlo entre sus nalgas para masajearlo con su rechoncho trasero.
Escucho sus jadeos, levanta más la cadera y curva hacia abajo la espalda, se ve tan sexy.
Noto mi erección, que no es pequeña, y comienzo a introducirme en él.
Escucho su creciente gemido sonoro, y veo como empuña sus menudas manos.
Empiezo a embestir, siguiendo aquel camino ya grabado en mi memoria, para hallar su punto g y hacerlo disfrutar más mi estadía en su cavidad.
Mientras tomo un baño siento el ardor en mi espalda, debido a sus rasguños.
Siento mis labios hinchados por la manía que tiene de darme besos apasionados.
No es que no me guste, solo me cansa, algunas parejas consideran sano tener relaciones mínimo tres veces por semana, ahora reduzcan eso a tres veces por cada maldito día.
No es monótono ni aburrido, es solo que cualquier insinuación, ni siquiera insinuación, cualquier acción que tenga que ver con contacto afectuoso, le excita.
Me ha hecho hacérselo en el centro comercial, en casa de sus padres, de los míos, en la universidad, en su trabajo, en el mío, en todas partes de la casa, etc.
No sé qué sienta el pero a mí me cansa venirme tantas veces en un día, aunque no todos los días es tanto, pero si, casi todos los días tenemos relaciones, y ni siquiera suave, no , sexo rudo y salvaje.
Salgo de la ducha, me seco y me visto, voy a preparar desayuno. Él está aún durmiendo.
Mientras cocino, oigo pasos y luego su aguda y sutil voz decir
- umn?... hola- dice tallando su ojo derecho con su mano.
Se ve tan angelical, tan tierno y menudo que daría hasta miedo pensar la clase de persona que es.
Lo saludo con un beso en la frente y se me queda mirando.
- qué pasa?- le digo algo confundido
- dame un beso!- me dice haciendo una especie de berrinche.
Se lo doy y automáticamente aquella dulce criatura de hace segundos, se esfuma para dar paso al verdadero chico que es mi novio.
Abre su boca levemente, incitando a que meta mi lengua en su boca.
A mí me gustan los besos, aun mas los suyos.
Meto mi lengua en su tibia cavidad y escucho un jadeo, es tan sensible, creo que por eso disfruta más del sexo que yo.
Me toma del cuello y yo de la cintura, cubierta por mi camisa ancha con la que duerme. (//NA: cliché? Donde donde? 7u7 //).
Siento que empieza a temblar un poco en mis manos.
Se separa jadeando y me mira con ojos que ya conozco muy bien.
Suspiro un poco, fue mi culpa, lo admito, así que debo remediar lo que hice.
Lo volteo y lo empujo a la mesa de desayuno, levanto su cadera y muevo su ropa interior.
Ya tengo aprendida esa parte, no le gusta que lo prepare, o lubrique, o nada, supongo que le gusta más así. Qué se yo, yo solo me encargo de satisfacerlo y amarlo.
Saco mi pene aunque noto que no está erecto, así que comienzo a rosarlo entre sus nalgas para masajearlo con su rechoncho trasero.
Escucho sus jadeos, levanta más la cadera y curva hacia abajo la espalda, se ve tan sexy.
Noto mi erección, que no es pequeña, y comienzo a introducirme en él.
Escucho su creciente gemido sonoro, y veo como empuña sus menudas manos.
Empiezo a embestir, siguiendo aquel camino ya grabado en mi memoria, para hallar su punto g y hacerlo disfrutar más mi estadía en su cavidad.
Embisto frenéticamente
su ano, mientras masajeo con mi miembro su punto g y veo como se retuerce mientras
gime.
Me deleito
de la vista que tengo y de cómo su ordo y goloso trasero se devora con
vehemencia mi pene.
-
Aaaaahhhh
amor se siente muy rico- gime sonoramente.
Embisto tan
rudo como mi fornido cuerpo me lo permite sacando chirridos de placer de mi
pequeño novio.
La mesa de
desayuno se mueve y rechina con fuerza.
Su rostro de
placer puro siempre me enloquece, con su boca abierta jadeando y gimiendo
fuerte, su lengua apetecible saliendo para poder respirar y sus ojos perdidos
en la nube de placer que le hago sentir, su saliva escapa astutamente por su
comisura junto a algunas lágrimas que caen de sus ojos, sin olvidar claro aquel
hermoso y fuerte sonrojo que surca sus redondas mejillas blancas.
Venirme en
su interior ya es tradición en nuestro ritual sexual, me gustan sus gemidos
durante el climax y sentir como su cadera tiembla, al igual que todo su delgado
cuerpo.
Sin salir
de él, masajeo con sus glúteos mi
miembro, me gusta hacer eso y a él le encanta que juegue con su culo,, todos
ganamos.
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